¿Te ha pasado estar en discusiones interminables en la que todas las partes se creen dueñas de la verdad y nadie quiere ceder?, ¿o te ha sucedido que te has quedado con las ganas de decir no sé o no entiendo solo por la vergüenza del qué dirán? Si es así, este artículo te puede resultar muy interesante.
Recuerdo hace un tiempo cuando tenía 25 años creía que era el dueño de la verdad, me veía frecuentemente en discusiones interminables solo para quedarme con el gusto de tener la razón, muchas veces me daba cuenta en medio de la conversación que no necesariamente la tenía, pero igual seguía argumentando mi postura a pesar de que ésta fuera errónea, sin embargo un buen día me dí cuenta que si bien es cierto había gente que creía ciegamente en mí por lo convincente que podía ser cuando argumentaba, también había gente que me catalogaba como terco o soberbio, fué en ese momento que tomé consciencia de que algo no andaba bien y que me estaba perdiendo la oportunidad de conocer ideas y perspectivas distintas a las mías, en suma me estaba perdiendo la oportunidad de crecer como persona.
Dándome cuenta de todo esto, la gran pregunta era ¿y ahora qué hago?
Bueno había que partir por luchar contra mi ego y trabajar en la humildad, para ello empecé a escuchar el doble de lo que hablaba, aprendí a preguntar cuando no entendía algo, aprendí a decir no sé cuándo no sabía algo, empecé a agradecer cuando alguien tenía la razón por encima de la mía y empecé a motivar espacios de feedback con mi entorno; debo confesar que al principio fue un trabajo muy duro, sin embargo a medida que pasaba el tiempo descubría un espacio de aprendizaje sencillamente maravilloso, en la que una discusión se podía convertir en una conversación muy productiva, sin duda este descubrimiento me ayudó a crecer como persona y a cultivar de a pocos la humildad, virtud que por cierto requiere de un trabajo diario para no caer nuevamente en la tentación de dejar florecer la soberbia.
Si no quieres perder tiempo valioso en discusiones interminables te recomiendo unos sencillos pasos:
Escucha activamente, escucha para entender y no sólo para responder, siempre mantente abierto a ideas distintas a las tuyas, agradece si alguien te ayuda a dar cuenta que tienes una postura errónea en el tema en debate, no dudes en decir no sé cuándo ignores algo y pregunta cuando no entiendas algo.
¿Te animas a descubrir el poder que tienes para lograr que una discusión interminable se convierta en una conversación productiva?
Renzo Patiño Cornejo
Ing. Civil, Mg. en Gestión Tecnológica Empresarial, Conferencista y Coach profesional internacional.